Relato de ensueño
Mi vida es un sueño en muchos aspectos, uno muy largo en esencia y otros tantos efímeros por momentos, tanto así que, en ocasiones, no logro salir de ellos e identificar la realidad, pues la cotidianidad de mi existencia parece valerse única y exclusivamente de sueños.
Cuando camino por la calle no soy yo, puedo sentirlo: la energía que fluye por mi cuerpo me hace sentir tranquilo y en paz, pero el sentimiento de estar sobre nubes es tan grande que equivale a soñar, soñar despierto, pero soñar al fin y al cabo. Miro a mi alrededor; hay gente, hace calor y el ruido inunda mis oídos pero no atraviesa mi cerebro, o al menos no lo siento así. Camino tan rápido como mi cuerpo pesado y algo sudoroso lo permite, pero cuando mi mente sueña, mi cuerpo igual, y ambos deciden de forma involuntaria y sin consultar tomarse un descanso en el momento menos apropiado.
En el camino imagino, creo historias y las sueño, más o menos como si imaginara un guion y en mis sueños, cuando duermo, se escribiera un tanto diferente. Ahí queda, plasmado en la almohada. Pero volviendo a mis ensueños mientras hablo con personas sobre asuntos de vital importancia, ¿es raro que realmente no preste atención o que las preguntas no fluyan en el momento indicado? ¿O tal vez mi mente no tiene espacio para otra cosa más que soñar?
Mis ensueños son la salida de escape de mi realidad, pero eso no quiere decir que estén haciendo un bien a mi cuerpo, al menos no lo siento así, pues caminar lento y olvidar cosas no es beneficioso para mi, para mi realidad ajetreada y llena de ansiedad. Por dicho motivo utilizo la música, pues me permite, más que soñar, imaginar y no escuchar, pero no siempre está conmigo, al menos no cuando estoy fuera de casa y tengo otras prioridades. Constantemente me pregunto, ¿la relación con mis sueños podría ser aún más amarga?, ¿lo es la de otras personas tanto como la mía?; Un amor odio, porque amo soñar, pero odio ignorar.
Al final, cuando llega la noche y tengo la oportunidad de soñar cuanto más desee, mi mente se niega a dejar de pensar, a dejar de planear, a dejar de producir sensaciones en mi corazón agitado y provocar un gran insomnio que no me permite cerrar mis ojos. Entonces me opongo a dormir, y eso sumado a mis malos hábitos de sueño y a la leve adicción que tengo por usar el teléfono antes de dormir, es sin duda mi más grande perdición. Sin embargo, cuando logro conciliar el sueño, imágenes hermosas y llenas de vida se pasean efímeras por mi mente en el último ciclo del sueño; pocas veces tengo pesadillas, pero ¿por qué las tendría?, si ya suficiente tengo con mis miedos e inseguridades, ¡Ja!, una situación así sería el colmo.
Es así como debo dejar de soñar, sea o no un proceso inevitable, ¡debo hacerlo!, pues nada bueno saldrá de mi si pierdo el control, si llego al límite del precipicio y caigo por no tomar medidas a tiempo, por no mirar antes de dar el paso, por no prestar atención, por no sujetar alguna baranda. Aunque también es cierto que, si sueño, puedo extender alas de mi costado y agitar con fuerza hasta alcanzar las nubes, o puedo construir en cuestión de segundos una nave que me lleve a otro planeta a salvo... sucesos maravillosos pueden suceder si sueño, solo por eso tal vez no lo deje o mi salud mental no me lo permita... curiosa realidad en la que mis sueños son aliento de vida y ladrones de mi tiempo.
Cuando camino por la calle no soy yo, puedo sentirlo: la energía que fluye por mi cuerpo me hace sentir tranquilo y en paz, pero el sentimiento de estar sobre nubes es tan grande que equivale a soñar, soñar despierto, pero soñar al fin y al cabo. Miro a mi alrededor; hay gente, hace calor y el ruido inunda mis oídos pero no atraviesa mi cerebro, o al menos no lo siento así. Camino tan rápido como mi cuerpo pesado y algo sudoroso lo permite, pero cuando mi mente sueña, mi cuerpo igual, y ambos deciden de forma involuntaria y sin consultar tomarse un descanso en el momento menos apropiado.
En el camino imagino, creo historias y las sueño, más o menos como si imaginara un guion y en mis sueños, cuando duermo, se escribiera un tanto diferente. Ahí queda, plasmado en la almohada. Pero volviendo a mis ensueños mientras hablo con personas sobre asuntos de vital importancia, ¿es raro que realmente no preste atención o que las preguntas no fluyan en el momento indicado? ¿O tal vez mi mente no tiene espacio para otra cosa más que soñar?
Mis ensueños son la salida de escape de mi realidad, pero eso no quiere decir que estén haciendo un bien a mi cuerpo, al menos no lo siento así, pues caminar lento y olvidar cosas no es beneficioso para mi, para mi realidad ajetreada y llena de ansiedad. Por dicho motivo utilizo la música, pues me permite, más que soñar, imaginar y no escuchar, pero no siempre está conmigo, al menos no cuando estoy fuera de casa y tengo otras prioridades. Constantemente me pregunto, ¿la relación con mis sueños podría ser aún más amarga?, ¿lo es la de otras personas tanto como la mía?; Un amor odio, porque amo soñar, pero odio ignorar.
Al final, cuando llega la noche y tengo la oportunidad de soñar cuanto más desee, mi mente se niega a dejar de pensar, a dejar de planear, a dejar de producir sensaciones en mi corazón agitado y provocar un gran insomnio que no me permite cerrar mis ojos. Entonces me opongo a dormir, y eso sumado a mis malos hábitos de sueño y a la leve adicción que tengo por usar el teléfono antes de dormir, es sin duda mi más grande perdición. Sin embargo, cuando logro conciliar el sueño, imágenes hermosas y llenas de vida se pasean efímeras por mi mente en el último ciclo del sueño; pocas veces tengo pesadillas, pero ¿por qué las tendría?, si ya suficiente tengo con mis miedos e inseguridades, ¡Ja!, una situación así sería el colmo.
Es así como debo dejar de soñar, sea o no un proceso inevitable, ¡debo hacerlo!, pues nada bueno saldrá de mi si pierdo el control, si llego al límite del precipicio y caigo por no tomar medidas a tiempo, por no mirar antes de dar el paso, por no prestar atención, por no sujetar alguna baranda. Aunque también es cierto que, si sueño, puedo extender alas de mi costado y agitar con fuerza hasta alcanzar las nubes, o puedo construir en cuestión de segundos una nave que me lleve a otro planeta a salvo... sucesos maravillosos pueden suceder si sueño, solo por eso tal vez no lo deje o mi salud mental no me lo permita... curiosa realidad en la que mis sueños son aliento de vida y ladrones de mi tiempo.
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