Desahogo

 Estoy constantemente creando personajes en mi cabeza. 

Con total seguridad, si esto lo supiera un profesional de la salud mental,

es casi seguro que me juzgaría de loco. Aún así, hay muchas formas

de crear un escape, una salida, un desahogo, y esta es la mía. 


No digo que no tenga otras formas de liberarme, pero

plasmar palabras en papel o en un blog de notas de mi celular 

hace parte de dichas formas, como también lo hacen escuchar música

a todo volumen hasta que la cabeza me duela y mis pensamientos no persistan; 

llorar por un buen rato con todas las ganas, o como ultimo recurso, 

leer, actividad que detesto con el alma hacer en tal estado tan lamentable, 

pero que en sí misma es tan liberadora y satisfactoria para mí como 

consumir drogas o beber alcohol para otros. 


Sin embargo, entre tantas cosas posibles, crear personajes y 

nuevos mundos sin duda es mi mayor placer y virtud, al igual que hablar 

conmigo mismo, lo cual viene por defecto en mi persona desde que tengo memoria

¡Y adivina qué!, viene de maravilla a la hora de imaginar nuevos mundos,

nuevas historias, nuevos personajes, porque no solo los plasmo en palabras,

sino que me adentro en sus emociones, interpreto sus roles y, 

con mi voz, trato de darles vida. 


Es curioso, porque mientras mis historias nacen, yo igual, 

mi realidad cambia y la suya empieza; 

mi momento de vulnerabilidad, ira, tristeza o desprecio 

se convierte en una escena de amor apasionado, 

de guerra entre bandos, de histeria colectiva, de revolución, 

de locura, muerte, miseria y mucho más. 


Mi desahogo es entonces una cascada de emociones, 

y dichas emociones tienen en común infinidad de historias, 

lo que me lleva a reafirmar mi idea de que escribir 

es lo más hermoso que el ser humano puede, al menos una vez y por casualidad,

 hacer con sus ideas y sentimientos, pues de las mas oscuras almas, 

salen casi siempre los mejores relatos. 


Vabril.


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