Mi mente en ambos sentidos
Siento ira, y frustración; mi corazón se encoge, mi estómago da vueltas una y otra vez y un nudo grueso se forma en mi garganta. Pienso, pienso y pienso, y entre más lo hago, entre más veces levanto la cabeza, la bajo el doble; vuelvo al punto de partida, al origen de un ciclo interminable en el que mi mente es mi enemiga. Tenemos una batalla constante en la que me noquea y no sé cómo responder, me deja inconsciente por varias horas en las que dejo de pensar, pero su intención no es matarme, sino demostrar su fuerza sobre mi, cuán superior puede llegar a ser. Lo odio, la forma en cómo juega conmigo, cómo me hace pensar que yo misma soy mi propio oponente.
Odio no poder gritar y tener que girar en torno a lo que me rodea; odio sentir, odio tener que esconderme en letras y mundos diferentes al mío para poder librarme de sus manos intentando cortar mi respiración, de su sonrisa malvada llena de burla y su presencia sombría que me lleva a cuestionarme hasta mi propia existencia.
Si, porque mi mente no solo es aquella que me anima a plasmar estas letras, a razonar en diferentes aspectos y a tomar decisiones que, la mayor parte del tiempo, son positivas; mi mente también tiene vida propia, hace lo que quiere cuando quiere, sin medir las consecuencias sobre mí y mis acciones; controlarla puede ser fácil, pero dejarla fluir es el comienzo de una verdadero infierno.
Comentarios
Publicar un comentario